Mi mejor secreto para sentirme realmente sexy es tratar de sacar provecho a los atributos que la madre naturaleza me ha dado, potenciando mi mirada (pues con los ojos transmitimos muchas cosas, como que tenemos un alma interesante), mi sonrisa (para tratar de ganarme la simpatía de los demás), mi forma de hablar y moverme, mi feminidad, mis buenos modales y mi saber estar o mi postura.
Ser sexy comienza por sentirme sexy y todas, no sólo yo, podemos serlo, independientemente de nuestro peso o estatura, simplemente pensando que somos atractivas, sensuales y deseables.
La actitud es fundamental. Lo más importante es la seguridad, pues la autoconfianza da belleza y seguridad. Como ser sexy comienza en mi mente, siempre me digo: “deja que la seductora que hay dentro de ti salga a la calle”. Si te sientes bien contigo misma, vas a proyectar esa imagen a otros.
Por supuesto, la ropa es otro factor clave. Mi lema es: “insinuar, pero no enseñar, suele dar mejores resultados”, o dicho de otro modo: “una insinuación, vale más que mil escotes”; es decir, dejar a la imaginación de los hombres qué es lo que van a encontrar debajo de tu ropa, ya que exhibirse con ropa muy apretada, a veces mata la sensualidad.
En mi caso en concreto, hay varias cosas que nunca me fallan:
-Los tacones, porque el balanceo que imprimen a mi cuerpo, hace poner mucha atención a cualquier hombre. Además, ya es sabido que los tacones son uno de los mayores fetiches sexuales que se conocen.
-la ropa interior, en tonos negros, burdeos o rojos y con encajes, gasas, sedas y bordados, agradables a la vista y al oído.
-Cada día, frente al espejo, repito algo positivo sobre mí… “Baby, eres una estrella”.
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