Septiembre, al igual que febrero, son mis dos meses predilectos para volver al gimnasio con nuevos propósitos.
Igual que ocurre en las vacaciones de Navidad, el verano es el clásico escenario de los excesos alimenticios y de la relajación de la actividad física para casi todas, ¿cierto?. Pues bien, como consecuencia del "mood" vacacional, las primeras semanas de septiembre, siempre acudo al gimnasio con cierto remordimiento en busca de la redención... jijiji pero, ¡ojo1, ya que puede incluso llegar a ser contraproducente si no se hace de la forma adecuada. De hecho, os hago especial hincapié en este último aspecto porque a mí, en su día, me ocurrió.