Y es que, aunque me chiflan los vestidos, cuando las temperaturas son dignas del magma volcánico y, por ende, las ganas de ponerme a resolver ecuaciones trascendentales (sobre todo la que requiere despejar la eterna incógnita qué-me-pongo que os comentaba) son escasas o nulas, igual que las de echarme ropa encima... se me viene a la cabeza esta propuesta que, como veis, no requiere de grandes inversiones y que ya se ha convertido en el uniforme perfecto para estas semanas.
Basta con darle protagonismo al básico del verano por excelencia (la mini falda denim deshilachada) y saber combinarla con un bañador; sí, sí; habéis leído bien: el mítico bañador negro; un diseño comodín que todas tenemos por casa, que ha nacido con la vocación de ser un body, con unas chanclas, un pamelón y...
¡listas para bajar a la playita o al chiringuito!
Por supuesto, también podéis acompañar vuestro bañador del pareo de toda la vida o de unos shorts, pero a mí, particularmente y tal y como os indicaba más arriba, me gusta sobre todo con falda vaquera en azul muy lavado; el auténtico clásico y uno de los tonos de denim más icónicos y especiales. Sin duda, la definición de apuesta segura.
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